No podemos desconocer la proporción del viento como si fuéramos ignorantes a la fuga de una aventura ya vivida. Se supone que la experiencia viene ya con cálculos premeditados, así como proporciona dicho caparazón, ese en el que nos sometemos a veces para escabullirnos.
¿Será real pensar, sentir, y enamorarse de un aire glamoroso que puede no sea compartido? Entonces, si nuestra percepción puede distorsionarse de tal manera,
¿Que tan real es lo que sentimos? ¿Como saber lo que es cierto?
Quizás preferimos suponer dentro de la ignorancia porque es mas lucida, que adentrarnos en las palabras del profundo ser, el verdadero, el que nos arrebata frágiles nuestras quimeras.
En el momento, siempre conocemos las respuestas, positivas, no tan buenas, cual sea la que nos agrade del tanto, o no tan mucho. Pero, ¿Valdrá la pena? ¿Es mejor vivir ignorante en utopías? ¿O es mejor hacer con nuestra realidad una? ¿Cual será menos complicada? Últimamente, todo lo es. ¿Será que individualmente nos estamos complicando?
Yo prefiero vivir mis ilusiones, sean ignorantes o perceptivas.
Amigas,
Siempre y cuando no fragmenten mi alma en malabares dignos de un circo de pesadillas.
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