Carta a una Amiga existencial

Querida amiga:

Hace unos días estaba pensando en la realidad de las cosas que vivimos, y en como estas surgen de una manera que creemos espontánea en nuestras vidas. Creo firmemente en que esto que nos rodea, que vemos, y podemos sentir con nuestro cuerpo, es una extraña ilusión a la que estamos sujetos. Pero que proviene de algo que en su excelencia es de mayor importancia.
Estos sentimientos, que persisten dentro de mi como luciérnagas que buscan alumbrar lo más profundo de mi ser, provienen de otro lugar, un paraíso perfecto del que me he olvidado. Deseo poder llegar ahí, para que mi memoria no se sienta perdida entre estos parámetros que encarcelan la pureza de mi ser.

Platón dice que todo esto que vemos y sentimos es una copia de algo más grande y eterno, que es totalmente inmutable, por lo tanto su esencia no cambia a través del tiempo. También aluce a que es esta esencia la que nos permite entender lo que es una cosa en si misma como la verdad, lejos de lo que podemos observar materialmente.

Si todo esto es así, significa que la muerte es la que nos liberara de todo esto que nos hace prisioneros, como decían los Orfeos, y que solo mediante ese instante de plenitud existencial, podríamos conocer ese orden divino al que estamos predispuestos.

Estamos compuestos por una armonía que yace serena en los montes de otro lugar, y en ese momento, jugamos libres esparciéndonos por el cosmos. Allí, nuestros sentidos despertarán quedando todo lo demás dormido, y las cosas bellas se mezclaran entre alma y música, como aquel poema de Fray Luis de León a Salinas.

Pensar En que todo esto que te digo es nuestra realidad, llena el viento a mi alredor de mariposas que se funden en sonrisas, y me hace navegar aunque sea solo un metro, hacia ese mundo que nos aguarda.

Pero amiga, a la que siento como parte de mí ser, amor por el que destella mi frágil alma, ¿Quién eres tú en este mundo que no es más que algo falso para mí? Porque a ti no te siento como a lo demás, ni te creo pasajera, o sujeta al cambio. Se que tu también eres prisionera de ese cuerpo que perturba tu realidad divina, y que estas predispuesta a lo eterno.

Me siento a escribirte esta carta, porque quiero que sepas quien eres, y como te siento dentro de toda esta realidad que he llegando a comprender.

En mi vida, eres una idea, inteligible, inmutable, perpetua, eterna, hermosa, y perfecta. Puedo sentir como la esencia de lo que eres habita en mí, recordándome el aroma de una fruta que ya conocía. Tenerte me ayuda a salir de ese olvido en el que estoy sumergida, para resplandecer libre entre las cadenas que me atan. En este mundo material, eres mi recuerdo hacia esas ideas que fundan los verdaderos sentimientos. Me siento segura de que nuestras almas retozaron juntas por aquel paraíso de lo ideal, por lo que cada vez que tu ser aflora sobre mi, siento que estoy recordándote, nunca conociéndote.

Eres mi muerte, en este tiempo remoto por el que purga mi alma.